Introducción
Cuando un paciente llega a urgencias con un traumatismo, casi siempre la primera herramienta diagnóstica es la radiografía simple. Su papel es clave: permite confirmar o descartar la presencia de fracturas y orientar la conducta terapéutica inicial.
Pero la imagen, por sí sola, no basta. Para comunicar de forma clara y eficaz los hallazgos radiológicos es necesario manejar una terminología común, y describir las imágenes usando la semiología radiológica de las fracturas.
Describir correctamente una fractura no es un formalismo; es un requisito clínico. Saber precisar el tipo de trazo, la localización, la relación de los fragmentos o la presencia de complicaciones ayuda a reducir errores, mejora la comunicación entre radiólogos y traumatólogos y, sobre todo, influye en la elección del tratamiento.
En este artículo repasaremos los elementos esenciales de la semiología radiológica aplicados a fracturas, desde la sistemática de lectura de las imágenes hasta los criterios más relevantes para clasificar y describir cada lesión
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Principios técnicos básicos antes de leer la imagen
Antes de lanzarse a describir una fractura conviene asegurarse de que la radiografía está bien hecha. Una mala técnica puede confundir incluso al ojo más experto.
La regla de los 2 en radiología de urgencias
Esta es una regla que te ayudará particularmente en los casos en los que la fractura no es evidente o es dudosa en las radiografía iniciales y conviene tener siempre presente:
- Dos proyecciones perpendiculares (AP y lateral). Teniendo en cuenta que una radiografía es una representación bidimensional de un volumen (estructuras u órganos) la evaluación de dos proyecciones perpendiculares entre sí (generalmente antero-posterior y lateral) aumenta la probabilidad de detectar una anomalía.
- Dos articulaciones: incluir la proximal y la distal respecto a la zona sospechada. Por ejemplo, en una fractura del radio, la radiografía debería incluir las articulaciones del codo y la muñeca.
- Dos lados en pediatría: comparar con el miembro contralateral. La presencia del cartílago de crecimiento, radiotransparente en el esqueleto inmaduro puede interpretarse erróneamente como una fractura.
- Dos ocasiones: repetir la radiografía tras unos días si persisten síntomas y la primera fue dudosa. Conviene consignarlo en el informe, para qué el médico referente indique el examen.
Limitaciones de la radiografía y estudios complementarios
Sí bien la radiografía es generalmente el primer paso diagnóstico, no todas las lesiones osteotraumáticas tienen traducción radiológica, y otras son difíciles de identificar. Algunas fracturas, como las del escafoides o ciertas lesiones por estrés, pueden pasar desapercibidas.
En esos casos entran en juego la tomografía computarizada (TC), la resonancia magnética (RM) o incluso la ecografía en situaciones específicas. La clave está en correlacionar la clínica con la imagen.
Sistema de lectura: ABCDE
Uno de los mayores errores de los principiantes es mirar la radiografía “a ojo” sin un orden fijo. Eso aumenta el riesgo de dejar pasar detalles importantes. Para evitarlo, te propongo una mnemotecnia sencilla: ABCDE.
A: Anatomía y alineación
- Identificar las estructuras óseas esperadas según la proyección.
- Verificar si la alineación articular es correcta o si hay subluxaciones/luxaciones.
- Recordar variantes anatómicas normales que no deben confundirse con fracturas.
B: Bone (hueso)
- Seguir el contorno cortical de cada hueso en busca de interrupciones.
- Detectar líneas radiolúcidas sutiles que indiquen fracturas incompletas.
- Revisar todo el hueso: diáfisis, metáfisis y epífisis.
C: Cartílago y espacios articulares
- Evaluar la amplitud y congruencia del espacio articular.
- En pacientes pediátricos: diferenciar una fisis normal de una fractura.
- Revisar centros de osificación según la edad.
D: Deformidad y densidad
- Observar si la forma del hueso está conservada.
- Detectar desplazamientos, angulaciones o deformidades postraumáticas.
- Comparar la densidad ósea con la contralateral o con huesos vecinos: una disminución puede sugerir osteoporosis, mientras que un aumento puede indicar impactación o esclerosis.
E: Everything else (todo lo demás)
- Revisar partes blandas: edema, aire subcutáneo, hemartrosis.
- Buscar signos indirectos de fractura, como el “signo de la vela” en el codo.
- No olvidar la posibilidad de cuerpos extraños o calcificaciones postraumáticas.
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Tipos de fracturas y su descripción radiológica
Una vez seguido el método sistemático, toca describir el tipo de fractura. Aquí la semiología ofrece un lenguaje común:
Fracturas completas
- Transversal: línea perpendicular al eje del hueso.
- Oblicua: trazo diagonal, más inestable que la transversal.
- Espiral: aspecto de sacacorchos, suele indicar mecanismo de torsión.
- Conminuta: múltiples fragmentos, a menudo por traumatismo de alta energía.
- Longitudinal: sigue el eje mayor del hueso, a veces difícil de identificar.

Fracturas incompletas
Más frecuentes en niños:
- En tallo verde: una cortical rota, la opuesta intacta.
- En torus (o en rodete): abombamiento cortical por compresión.
- Por incurvación: el hueso se dobla sin romperse; diagnóstico complejo.

Fracturas en pediatría
La clasificación de Salter-Harris describe las que afectan al cartílago de crecimiento. Su reconocimiento es clave para evitar secuelas en el desarrollo.

Localización anatómica de la fractura
La descripción debe precisar no solo el hueso, sino el segmento exacto:
- Epífisis (extremo articular).
- Metáfisis (zona de transición).
- Diáfisis (eje largo del hueso).
- Apófisis (áreas de inserción tendinosa).
En ciertos huesos conviene señalar subregiones específicas, como el cuello femoral, que tiene implicaciones pronósticas propias.

Relación y desplazamiento de los fragmentos óseos
Más allá de identificar la fractura, es fundamental describir cómo se relacionan los fragmentos:
- Aposición: contacto parcial o completo.
- Distracción: separación de fragmentos, riesgo de no unión.
- Angulación: desviación del eje; describir hacia dónde apunta el fragmento distal.
- Acabalgamiento: solapamiento de fragmentos, con acortamiento.
- Impactación: un fragmento se introduce en el otro.
- Compresión: hundimiento de un hueso (ejemplo: cuerpos vertebrales).
- Depresión: hundimiento localizado (ejemplo: calcáneo).
- Rotación: difícil de valorar, pero importante en huesos largos.
- Avulsión: fragmento arrancado por tracción de un tendón o ligamento.
Complicaciones visibles en la imagen radiológica
Algunas fracturas llevan implícitos riesgos adicionales que deben constar en el informe:
- Fracturas abiertas o expuestas: aunque la herida se ve clínicamente, la radiografía puede mostrar la comunicación ósea.
- Extensión articular: riesgo de incongruencia, rigidez y artrosis precoz.
- Fracturas múltiples o asociadas: caídas de altura, accidentes de tráfico; siempre buscar lesiones en huesos vecinos o contralaterales.

Conclusión
La semiología radiológica de las fracturas es mucho más que un vocabulario técnico: es un método que organiza la mirada y da seguridad al describir hallazgos.
Recordemos lo esencial:
- Asegurar buena técnica (regla de los 2).
- Aplicar siempre un orden (ABCDE).
- Precisar tipo, localización y desplazamiento de la fractura.
- Detectar complicaciones que cambien la conducta terapéutica.
El método ABCDE no es un truco de examen, es una herramienta clínica real. Su sencillez lo convierte en un aliado diario: en cuestión de segundos te recuerda qué pasos no debes saltarte.
En definitiva, describir una fractura con rigor es diagnosticar mejor, comunicarse mejor y, al final, tratar mejor al paciente.
Referencias
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